Los pies perfectos de tu Bebé: Por qué los mejores zapatos son, a menudo, ninguno.
Mírale los pies a tu bebé. Observalos bien. Son perfectos: rectos, con los deditos separados en forma de abanico, flexibles, blanditos... Ahora, si te atreves, mírale los pies a la mayoría de los adultos. ¿Qué ha pasado por el camino?, ¿Cómo es posible que nazcamos con unos pies diseñados para sostenernos toda la vida y lleguemos a la edad adulta con deformidades, juanetes y dolores?.
La respuesta, aunque duela, está en nuestros zapatos. Durante décadas, hemos aceptado que el pie debe adaptarse al zapato, cuando la lógica y la naturaleza nos gritan que debería ser exactamente al revés.
Este artículo no es para crear polémica, sino para compartir una verdad que cada vez más pediatras y podólogos defienden: la libertad de los pies de nuestros bebés es sagrada. Y el mejor calzado para ellos, durante mucho tiempo, es ninguno.
Los bebés no necesitan zapatos (al Principio).
Empecemos por el principio: un bebé que no camina no necesita zapatos. Fin de la historia. Aunque nos parezcan adorables y completen un conjunto precioso, los zapatos en un bebé que gatea o que aún no se desplaza son, en el mejor de los casos, un adorno innecesario y, en el peor, un obstáculo para su desarrollo.
Asociaciones Pediátricas de todo el mundo coinciden en que los bebés necesitan tener los pies descalzos la mayor parte del tiempo. ¿Por qué?.
- Para sentir el mundo: Los pies de un bebé son una potentísima herramienta sensorial. A través de ellos reciben información sobre texturas, temperaturas y superficies, lo que es fundamental para su desarrollo cerebral y su equilibrio. Ponerles un zapato es como obligarles a explorar el mundo con unos guantes de boxeo.
- Para desarrollar su musculatura: Al estar descalzo, el bebé mueve, flexiona y usa todos los pequeños músculos y articulaciones de sus pies, fortaleciéndolos de manera natural para la increíble tarea que les espera: caminar.
Para que tu bebé pueda disfrutar de todos los beneficios de ir descalzo en casa, lo más importante es ofrecerle un espacio seguro y estimulante. Una alfombra de juegos acolchada y reversible es el campamento base perfecto. Le aísla del frío del suelo, amortigua las inevitables caídas y le da una superficie limpia para que sus pies puedan sentir, agarrar y fortalecerse con total libertad.
Y junto con el espacio adecuado, la ropa juega un papel fundamental. Los pijamas o peleles de una sola pieza son increíblemente cómodos, pero es muy importante elegir la talla correcta para que no le queden ajustados en los pies. Si la tela tira de sus deditos hacia adentro, estaríamos cometiendo el mismo error que un zapato estrecho. Busca siempre ropa de bebé que le permita estirar y mover los pies con total libertad dentro de la prenda.
¿Y cuándo llega el momento del primer zapato?.
El momento de comprar los primeros zapatos no es cuando tu bebé se pone de pie por primera vez agarrado al sofá, ni cuando da sus dos primeros pasos temblorosos en casa. El momento llega cuando tu hijo o hija ya camina de forma autónoma, segura y constante en exteriores.
El propósito de ese primer zapato no es ayudarle a caminar ni sujetarle el tobillo. Su única y verdadera función es proteger sus pies de superficies peligrosas, de la suciedad o de temperaturas extremas (un asfalto muy caliente o un suelo muy frío). Nada más.
Cómo debería ser ese primer zapato para respetar su pie.
Aquí es donde debemos desaprender todo lo que nos han contado. Un zapato infantil saludable, lo que muchos llaman calzado respetuoso, no es una versión en miniatura de un zapato de adulto. Debe cumplir unas características muy concretas para no interferir en la pisada natural del niño:
- Puntera ancha: Los deditos necesitan espacio para abrirse y moverse. La parte delantera del zapato debe tener la forma del pie, no una punta estrecha que los aprisione.
- Suela fina y flexible: El niño necesita sentir el suelo que pisa. Una suela fina (de unos 3-5 mm) y que se pueda doblar con facilidad permite que el pie se mueva de forma natural y reciba la información del terreno.
- Cero tacón (Zero Drop): El zapato debe ser completamente plano, con la misma altura en la parte delantera y en el talón. Esto mantiene la columna del bebé en su posición natural. Si necesitáramos tacones, naceríamos con ellos.
- Tobillos libres: El tobillo es una articulación que necesita moverse para fortalecerse. Los zapatos tipo bota que inmovilizan el tobillo son contraproducentes y generan debilidad a largo plazo.
- Sin puente artificial: La plantilla debe ser plana, sin ningún tipo de soporte para el arco plantar. El puente de cada niño se forma de manera natural con el tiempo y el movimiento. Poner un soporte artificial puede ser perjudicial.
Confía en la naturaleza (y en los pies de tu bebé).
Elegir el calzado adecuado es una de las decisiones más importantes que podemos tomar por la salud a largo plazo de nuestros hijos. Se trata de proteger, no de aprisionar. De acompañar, no de corregir.
Así que la próxima vez que veas esos piececitos perfectos, recuerda que la naturaleza ya ha hecho el trabajo más duro. Nuestra labor es simplemente interferir lo menos posible. Démosles la libertad de estar descalzos en casa y, cuando llegue el momento de salir al mundo, elijamos un calzado que respete la maravillosa ingeniería con la que han nacido.