Resolvemos la Gran Duda sobre el Primer Chapuzón de tu Bebé en la Playa.
Llega el calor y con él, el sueño recurrente de cualquier padre o madre reciente: esa imagen idílica de estar en la orilla, con una brisa suave, mientras tu bebé chapotea feliz en el agua. Pero a ese sueño le sigue la pregunta del millón, cargada de dudas y un poquito de pánico: "¿Pero... a qué edad puedo llevarle?".
Si te has hecho esta pregunta, bienvenida. No hay una respuesta única, porque como bien sabes, cada bebé es un mundo. Depende de su piel, del día que haga, de la playa que elijas... Pero sobre todo, depende del sentido común. Y seamos sinceras, después de meses de noches interrumpidas y pañales, un paseo tranquilo por la playa es un premio que te mereces más que nadie.
Así que vamos a desgranar cómo hacer de ese primer encuentro con el agua una experiencia preciosa, segura y memorable.
Primero lo primero, hablemos de la edad recomendada.
La recomendación general de los pediatras es bastante clara: es aconsejable esperar a que el bebé haya cumplido, como mínimo, los 6 meses de edad. Antes de esa edad, su piel es extremadamente fina e inmadura y no tiene la capacidad de defenderse del sol. Además, el uso de protectores solares no está recomendado en bebés tan pequeños.
Por supuesto, este consejo aplica a la temporada de verano en países con estaciones, o durante todo el año si vives en un clima cálido. Lo fundamental es usar el sentido común: si hace frío, viento o el día no acompaña, el mejor plan siempre será quedarse en casa.
Cómo prepararse para que el día de playa vaya bien.
Una vez que tu peque ya tiene la edad adecuada, una buena preparación lo es todo. Aquí va la lista de cosas importantes "sin filtros":
- La protección solar es lo más importante: Esto no es negociable. Necesitarás un buen protector solar mineral para bebés (+50), un gorrito de ala ancha y una camiseta con protección UV. Recuerda reaplicar la crema con frecuencia, sobre todo si se moja.
- Crea un espacio cómodo y seguro para tu bebé: La arena puede ser irritante para su piel delicada. Para evitarlo, es fundamental tener una superficie donde pueda estar a gusto. Una opción muy práctica y versátil es un poncho-toalla de baño, que no solo te sirve para tumbarle encima sobre una superficie suave, sino también para secarle y abrigarle después del chapuzón.
- El bañador y el pañal de agua son imprescindibles: Para evitar fugas en el agua, necesitarás un pañal específico para el baño. Encima, puedes ponerle un bañador si te apetece. ¡No te olvides de llevar varios recambios de todo!
- Un juguete sencillo para los momentos de calma: No hace falta que te lleves mil cosas. A esta edad, su mayor descubrimiento será la arena y el agua. Para los ratos sobre la toalla, un juguete sencillo es suficiente. Un mordedor de silicona, por ejemplo, es perfecto porque lo puede morder, chupar, se lava fácil y le alivia las encías si está en esa fase.
- Una buena organización te salvará la vida: Para llevar todo esto de forma ordenada, necesitarás una buena bolsa. Un bolso de viaje maternal con buena capacidad y compartimentos es fundamental para poder encontrar las cosas a la primera sin tener que desenterrar media playa.
- No te olvides de la comida y la bebida: ¡Mucha agua! Y si ya ha empezado con la alimentación complementaria, fruta fresca de temporada (sandía, melón) en trocitos es una opción genial. Y por supuesto, su leche (teta o bibe) siempre a demanda.
Y ahora, el consejo más importante de todos.
Ahora, lo fundamental: relájate. No te presiones para que todo sea perfecto. Quizás tu bebé odia la arena al principio, o el sonido de las olas le asusta. Es normal. No fuerces nada.
Lo más importante es que tú disfrutes. Tu calma se la contagiarás a tu bebé. Y si con un poco de suerte, después de un ratito de estímulos, tu pequeñín se queda plácidamente dormido con el romper de las olas de fondo... amiga, habrás tocado el cielo.
(Y recuerda, todo esto aplica con sentido común: elige las horas de menos sol (de 8 a 10h y a última hora de la tarde) y si hace frío o viento, el mejor plan es quedarse en casa).
Al final, el primer día de playa de tu bebé no se medirá en si todo salió según el plan. Se medirá en la sensación de sus piececitos en la arena, en su cara de asombro al ver las olas y en esa foto que guardarás para siempre. Disfruta de crear esos pequeños recuerdos. Eso es lo único que de verdad importa.